En distintas ocasiones el Papa Francisco ha señalado la urgencia y la necesidad de formar a las personas en el discernimiento personal y comunitario, a ponerse a la escucha del Señor, pues el tiempo en el que vivimos nos exige desarrollar una profunda capacidad para discernir, necesitamos “leer desde dentro” lo que el Señor nos pide, para vivir en el amor y ser continuadores de esta su misión de amor.
La formación al discernimiento, como dice Francisco, es urgente pues nos ayuda a escuchar, a reconocer y ser dóciles al Espíritu del Señor en los grandes desafíos del mundo y de la misión de la Iglesia.
El discernimiento, sin embargo, no es exclusivo de una élite de la Iglesia, sino que es una dimensión inherente al ser cristiano y, por lo mismo, su ejercicio una necesidad imperiosa y una exigencia insoslayable siempre.
Precisamente, dentro de la Iglesia el sacerdote está llamado no solo a discernir en su propia vida sino ayudar a otros cristianos en el arte del discernimiento.