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La justicia original y su fin sobrenatural en cuatro reinterpretaciones recientes del pecado original

La investigación se divide  en tres partes de las cuales la primera busca hacer notar que la tarea de actualizar la doctrina tridentina conduciría a no pocas dificultades que fundamentalmente tendrían que ver con dos comprensiones filosóficas de la naturaleza humana, una esencial y otra existencial.

La segunda parte analiza cuatro recientes relecturas teológicas que partiendo del dato científico sobre los modestos orígenes de la especie humana, y la comprobación exegética del ingenuo historicismo de la precedente lectura bíblica, buscarían eludir la objeción moral de un pecado imputado a quien sería todavía incapaz de cometerlo. Se advertirá, sin embargo, que la renuncia por parte de algunas de estas nuevas relecturas a la perspectiva metafísica, bajo el prejuicio de su supuesto carácter cosista y despersonalizante, haría difícil proponer una solución que se colocara más allá del dilema de un pecado a un mismo tiempo personal y universal.

Un tercer apartado destaca cómo la noción de fin sobrenatural no sólo estaría formalmente engarzada en la perspectiva filosófica de las esencias, sino que históricamente habría sido desarrollada a partir de la temática protológica de la justicia original. Esta constatación permitirá concluir que más allá de la visión pre-evolutiva y de la exégesis acrítica de la argumentación de santo Tomás, la objeción moral formulada por las nuevas relecturas, no se pondría válidamente a ese enunciado dogmático que privilegiando la idea del fin sobrenatural, ha hecho de la justicia original, la premisa mayor para la recta intelección de la tradición agustiniana de un pecado heredado.

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En una apreciación sumaria del desarrollo histórico de la doctrina del pecado original, desde los comienzos de su formulación agustiniana hasta el presente, aparecerá con claridad que no sólo la reflexión teológica, sino también el ordinario juicio común, han advertido con obviedad que la idea de una «herencia de pecado», supondría la forzada conjunción de dos términos que de suyo se excluyen entre sí. Por definición, el pecado sería sólo imputable al sujeto de una actuación libre y consciente, pero de ninguna manera se atribuiría a quien fuera todavía incapaz de un tal comportamiento. Pese a la aparente contradicción implicada en la afirmación de un pecado «no personal», la hodierna reflexión teológica ha proseguido en el intento de dar una explicación coherente de esa nativa condición de pecado, anterior a todo ejercicio individual de la libertad. En efecto, entre los años cincuenta y sesenta, los avances de la exégesis bíblica y de la ciencia evolutiva, así como el existencialismo personalista que en buena medida caracterizaba la filosofía contemporánea, habrían de. marcar los límites dentro de los cuales se llevaría a cabo un significativo debate sobre el significado teológico del pecado original. Baste recordar que ya en 1950, la «Humani generis» planteaba el problema de la comprensión actual del pecado original de cara a las especulaciones sobre el origen poligenético de la especie humana, al mismo tiempo que intentaba precisar el carácter histórico de los primeros capítulos del Génesis.

Es pues interés de este trabajo hacer notar que entre las diversas posturas que protagonizaron aquella discusión en los inicios de la segunda mitad del siglo · XX, se habría ido consolidando una tendencia teológica cuya preocupación por salvaguardar la específica identidad moral de todo pecado, llevaría luego a la convicción de que la explicación común de la enseñanza agustiniana, adolecería de una comprensión «naturalista» que habría terminado por «despersonalizar» el significado antropológico y teológico de la «culpa». Esta persuasión se habría afianzado al amparo de la crítica literaria, ante cuyo probado examen, la creencia en un «pecado heredado» aparecía sin funda ,,cnto alguno en la Escritura, además de resultar incompatible no ya sólo con el personalismo filosófico en boga, sino también con el lenguaje existencial de la cultura hagiográfica. Teniendo en cuenta este período de significativos cambios, se dará paso a la exposición de cuatro recientes reinterpretaciones dd pecado original que precisamente habrían procurado evadir el problema de un pecado antecedente. Sin embargo, paralelamente a la presentación de tales tentativos, este trabajo buscará además hacer notar que por curioso que parezca, el propósito de justificar la índole moral del «pecado heredado», no habría sido una empresa exclusiva de la época contemporánea, sino que también habría sido el objeto central de la argumentación teológica de la alta escolástica, misma que encontraría su expresión más autorizada en la síntesis elaborada por santo Tomás. En efecto, sobre la pista trazada por Anselmo de Canterbury, el Doctor Angélico habría buscado dejar en claro que si la generación biológica podría ser considerada a buen título, la causa instrumental de la transmisión del pecado, ciertamente no podría ser materia de un juicio moral.

Pero, aún y cuando el razonamiento escolástico, al igual que la hodierna relectura teológica se identificarían en el común tentativo de superar la objeción moral del pecado «no personal», cabría observar que el «naturalismo» acusado por las modernas reinterpretaciones, no se referiría a la sola idea agustiniana de la transmisión del pecado por generación, sino que semejante cargo se levantaría también en contra de lo que la síntesis tomista habría considerado como la premisa mayor del presunto «pecado involuntario», es decir, contra el sobreelevado estado de perfección de donde habría caído Adán y toda su descendencia. La idea de la «fantástica condición paradisíaca» como presupuesto de una culpable «privación de la justicia original», no resistía más el análisis de la crítica histórica, amén de que el ascendiente genético atribuido a la primera pareja, había sido puesto en duda por la hipótesis poligenista. El carácter «positivo» de estos nuevos resultados de la investigación científica, habría parecido garantizar entonces la certeza con la que a inicios de los años cincuenta, una emergente orientación teológica ya no sólo marginaría el supuesto de la transfusión del pecado adánico, sino que concretamente juzgaría como superfluo el postulado de un «pecado originante», lo mismo que el entero conjunto de afirmaciones teológicas sobre el «estado original» de los primeros padres.

Weight 0.965 kg
Año de publicación

2006

Páginas

644

ISBN

968-5448-08-6

Author

Alberto Anguiano García

Publisher

Universidad Pontificia de México

Series

Bibliotheca Mexicana

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Editorial Review

En las tres décadas posteriores a la Humani Generis, la doctrina del pecado original fue objeto de un intenso debate en cuyo seno se consolidaría una opinión teológica que marginando la afirmación protológica de la justicia original, pretendería superar el problema de un verdadero y propio pecado, anterior a la libre decisión de cada persona. En esta misma época, la idea de la comunión divina como destino último de la creatura humana también ganaría terreno en la nueva conciencia teológica, gracias a la contemporánea polémica suscitada en tomo al «sobrenatural». La justicia original, el fin sobrenatural y el pecado original conforman así materialmente una triple temática que, sin embargo, no se aborda por separado, sino bajo la óptica de su estricta relación formal.

La investigación se divide, pues, en tres partes de las cuales la primera busca hacer notar que la tarea de actualizar la doctrina tridentina conduciría a no pocas dificultades que fundamentalmente tendrían que ver con dos comprensiones filosóficas de la naturaleza humana, una esencial y otra existencial.

La segunda parte analiza cuatro recientes relecturas teológicas que partiendo del dato científico sobre los modestos orígenes de la especie humana, y la comprobación exegética del ingenuo historicismo de la precedente lectura bíblica, buscarían eludir la objeción moral de un pecado imputado a quien sería todavía incapaz de cometerlo. Se advertirá, sin embargo, que la renuncia por parte de algunas de estas nuevas relecturas a la perspectiva metafísica, bajo el prejuicio de su supuesto carácter cosista y despersonalizante, haría difícil proponer una solución que se colocara más allá del dilema de un pecado a un mismo tiempo personal y universal.

Un tercer apartado destaca cómo la noción de fin sobrenatural no sólo estaría formalmente engarzada en la perspectiva filosófica de las esencias, sino que históricamente habría sido desarrollada a partir de la temática protológica de la justicia original. Esta constatación permitirá concluir que más allá de la visión pre-evolutiva y de la exégesis acrítica de la argumentación de santo Tomás, la objeción moral formulada por las nuevas relecturas, no se pondría válidamente a ese enunciado dogmático que privilegiando la idea del fin sobrenatural, ha hecho de la justicia original, la premisa mayor para la recta intelección de la tradición agustiniana de un pecado heredado.