El cambio de época en el que nos encontramos ha dado pie a una metamorfosis de los paradigmas religiosos. La vorágine de los signos exteriores puede distraernos del te­soro que se gesta en la crisálida. También la teología se in­terroga sobre el tiempo y no puede ignorar su fragilidad y desconcierto. Pero, a la vez, ella misma ha recibido, como semilla, una vitalidad que desafía la descomposición y pro­mete horizontes de trascendencia. La Academia Mexicana de Teología dedicó su segunda asamblea general a la bús­queda de pistas sugestivas cargadas de esperanza. Sobre la presentación general del concepto “paradigma” aplica­do a la teología, los participantes, en discusión fraterna, se asomaron a diversas perspectivas que, lejos de rendirse ante la caducidad de lo efímero y a las sentencias fatales de muchos agoreros, destacan la riqueza incalculable de una aventura que sigue siendo pertinente. Contiene el brillo po­liédrico de una fe que se interroga y se asume con seriedad, sabiéndose portadora de la buena noticia de salvación, del Evangelio de Jesucristo. La memoria de este camino común sigue lanzándonos a un futuro impregnado del amor de Dios, de comunión y de servicio, de diálogo y de encuen­tro. Es la ofrenda sencilla que con este libro se presenta a la comunidad eclesial y social, testimonio de una esperanza compartida.